LA ENCAMISADA. FIESTA TRADICIONAL DE MENASALBAS

Encamisada de 1935. Fue montante Eduardo Tejada, el boticario. (cuarto encamisado por la izquierda)


 

En términos militares, las encamisadas eran incursiones nocturnas que realizaban los tercios de Flandes contra las tropas enemiga en pequeñas escaramuzas. Con las encamisadas, se llevaban a cabo sabotajes y robos en campamentos y posiciones con un mínimo equipo de guerra y con la única vestimenta de su larga camisa blanca, de donde le vendría el nombre a esta acción militar. Si relacionamos nuestra fiesta con estos hechos, podríamos pensar que tuviera algo que ver con los soldados que, de regreso de los tercios de Flandes con sus largas camisas, se emplearían en la vigilancia del pueblo a caballo frente a los malhechores que amenazaban la localidad desde los montes cercanos. Estos se agruparían en torno a la hermandad de las Ánimas y celebrarían su fiesta en honor de la Virgen de las Candelas. Por otra parte, sus recorridos a lo largo de las luminarias podrían estar relacionados con el ritual de protección de los animales en torno a la fiesta de San Antonio Abad o bien con las rondas de vigilancia que realizaban en la localidad.

Sin embargo, parece que poco tiene que ver la Encamisada con esta definición, fiesta que desde sus orígenes iniciales podría haber modificado su configuración inicial. Según parece, el libro de las Fundaciones y Hermandades de Menasalbas (que se encontraba en el archivo parroquial y que fue destruido en 1936) hablaba de fiestas muy antiguas que bien pudieran estar en el origen de la celebración. La gran mortandad que provocó la Peste Negra hizo que el Papa Clemente VI permitiera en 1350 que se encendían grandes hogueras para purificar el ambiente y concedió a los sacerdotes la facultad de absolver todos los pecados sin reservar ninguno a los que padeciesen contagio. El citado libro de Hermandades describe el desfile de grandes carros cubiertos de telas blancas y en cuya comitiva figuraba un personaje representativo del Ángel Exterminador tañendo la trompeta del juicio y otro de la Muerte blandiendo su guadaña. Cerraba la marcha el coro popular entonando el miserere.

En fechas más cercanas hay un acto similar a la fiesta actual. En los libros anteriormente mencionados se habla de una procesión organizada en 1715 que bien pudiera haber sido el origen de tan celebrada fiesta popular y desde entonces se debió seguir celebrando ya casi sin interrupción, a juzgar por las cuentas de la llamada ya «La Hermandad de las Ánimas» que destinaba diversas cantidades para recompensa de mayordomos, telas y tafetanes, así como galas diversas. Esta hermandad celebraba una cabalgata y a la cabeza de ella iba el estandarte de la cofradía seguido de un caballero armado que sostenía con ambas manos un formidable espadón y de donde proviene sin duda alguna el título de montante con que se designa en la actualidad la figura que marca a la cabeza de la Encamisada. Seguían a este caballero los demás congregantes, también a caballo y portadores cada uno de un trozo de leño -símbolo de la cruz- que llevaban la representación de los diversos gremios de artesanos existentes en la villa. Les acompañaban trompetas, atabales y otros instrumentos seguidos de multitud de penitentes que arrastraban cadenas. Toda esta comitiva marchaba procesionalmente hasta el Calvario (ignoramos en donde pudo estar este primitivo calvario, toda vez que el cementerio nuevo aún no se había construido) donde entonaba salmos y letanías implorando piedad para las almas dolientes en fuego purificador. 

La razón de su desaparición hay que buscarla en la escasez de la posguerra porque, acabada ésta, quiso volver a celebrarse, y de hecho se celebró durante algunos años hasta 1947 como atestiguan las fotografías, pero la carestía de los trajes y el alto costo del banquete que preparaba el montante les hizo desistir de tal empresa. En 1965, desde el Ayuntamiento de Daniel García Santillana, se dictaron instrucciones para recuperar la celebración, recogiendo el sentir del vecindario, y se ofreció una ayuda económica de 150 pesetas por mayordomo, entregando un carro de leña para la iluminación, pagando los gastos de la fiesta religiosa, comprando las alabardas, las banderas y un tambor, corriendo también con los gastos de contratación de un tamborilero, pero tuvo escaso eco. Parecidos motivos hubo en el fracaso a medias del intento de relanzar la fiesta en 1981, durante el mandato de José Azaña García. Desde el Ayuntamiento, haciéndose eco del sentir popular, se comenzó a organizar con el apoyo de dos concejales y un grupo de amigos que costearon los trajes y organizaron comidas y banquetes, según el modo tradicional. Otro grupo de once amigos tomó el relevo el año 1982, pero ante la imposibilidad de encontrar nuevo grupo para el año 1983, el Ayuntamiento creó la asociación cultural "La Encamisada" con el objetivo de promover en sentido amplio la cultura en la localidad y dar respaldo a la fiesta para evitar de nuevo su pérdida. Con este fin se pensó en los quintos que habrían de ser desde entonces los protagonista de esta fiesta tradicional popular. Desde entonces, el Excelentísimo Ayuntamiento subvenciona a la Asociación Cultural que se encarga de los trajes, el baile popular, y la organización de los quintos, que asumen el protagonismo de la fiesta y una de cuyas obligaciones es la de cortar la leña para las tres candelarias que se encienden en el recorrido.
La organización tradicional difería ligeramente de la actual. La Hermandad de las Ánimas, integrada por amigos, allegados y familiares, iniciaba una serie de celebraciones que se prolongaban desde el día 2 de febrero hasta el martes de carnaval, cuando se relevaba la mayordomía, entre los que se incluían reuniones y banquetes en casa del montante y cofrades. La Encamisada era uno más de ellos, posiblemente el de más relevancia y fuerza folclórica, que comenzaba con los actos de la tarde noche: encendido de  las tres hogueras, salida desde la casa del montante, recorrido de la comitiva por las hogueras, y procesión con la Virgen de las Candelas (para leer con detalle el repertorio de actos, léase el reportaje del presidente de la Asociación Cultural publicado más abajo).
 Celebraban el ritual once hermanos de la cofradía, llamados mayordomos, que vestían casacas rojas, polainas, capa, gorguera y botas de montar, asistidos por dos escuderos o lacayos vestidos con camisola blanca, rematada por cintas cosidas y dos bandas rojas cruzadas en el pecho, polainas blancas y botas altas, y gorro mitrado de varios colores. Entre los mayordomos existía una pequeña jerarquía, ostentando la mayor autoridad "el montante" o hermano mayor, que tenía como símbolo de autoridad una espada desnuda que siempre mantenía con la punta hacia arriba. Otros dos mayordomo tenían la función de ser el portaestandarte y el abanderado, respectivamente,  y el resto llevaba un bastón de mando adornado de flores y lazos (alabardas en la encamisada de 1935).
Tras los actos de la primera noche, similares a los actuales, asistían al día siguiente a misa y por la tarde se celebraba la competición de correr los gallos, que en la actualidad ha sido sustituida por la carrera de cintas. El protagonismo encamisado continuaba el martes de carnaval, día en el que se celebraba un ofrecimiento en la plaza. El montante, en el centro de un corro, pedía ofrendas con una naranja clavada en un tenedor donde se pinchaban los billetes que el vecindario ofrecía a la hermandad. El miércoles de Ceniza terminaban su mandato, siendo relevados por otros nuevos. Las mujeres de los salientes realizaban el juego llamado "Matar la gallina", que consistía en enterrar varias gallinas, dejándolas la cabeza fuera para que las "mayordomas" con los ojos vendados y con la espada del montante las localizasen  y matasen.


Encamisados 1935 con sus alabardas, con el alcalde, el juez y el comandante de puesto
Encamisados en la Plaza, con el ayuntamiento al fondo


Lacayos, mayordomos y menasalbeños. Encamisada de 1935
Encamisada de 1947, en el camino viejo de Gálvez.

LA ENCAMISADA EN LA REVISTA DEL IES "MONTES DE TOLEDO"

"La Candelaria es una fiesta de origen pagano, tomada por el cristianismo para celebrar el acto de purificación de la Virgen, tras la cuarentena del parto. Este carácter purificador de la fiesta está fuertemente asociado al fuego, es por ello por lo que en torno a estas fiestas se enciendan hogueras o luminarias (candelas) a las puertas de las iglesias y ermitas. También servían, esas hogueras, para encender los cerillos o velas que acompañaban las procesiones y los actos religiosos. Esas velas, así purificadas, eran usadas para todo tipo de necesidad, así se podían encender para ahuyentar tormentas de verano, muy peligrosas para las cosechas; pedir por un buen parto; por el paso de una enfermedad o por la suerte de algún moribundo. También es costumbre, al igual que en muchos pueblos de Castilla, que, acabada la Navidad, las Cofradías o Hermandades de Animas recorriendo el pueblo, calle a calle, pidiendo donativos, destinados normalmente a sufragar las misas celebradas por las animas del purgatorio. 
 La Candelaria es el punto central de la Encamisada de Menasalbas. La historia indica que está Candelaria, ya se celebraba en 1700, alrededor de los días 1 y 2 de febrero. Actualmente esa fecha se modifica para hacerla coincidir con fin de semana. Hoy son los “Quintos” los que toman el papel de “Encamisados” durante las fiestas que, comenzando la noche del viernes y continuando con la misa del sábado, la procesión y el baile de la Bandera, finalizan la tarde del sábado con la carrera de cintas a caballo. Esta fiesta, mezcla de religiosidad (las candelas, las ánimas) con actos de corte militar (los uniformados, los encamisados, los tambores, el baile de la bandera), recuerda a los ejércitos de Carlos III por el colorido de sus trajes. LA ENCAMISADA. La forman once miembros de la Cofradía de las Ánimas, llamados a su vez Mayordomos que, asistidos por dos Lacayos cada uno, van recorriendo las calles del pueblo, montados a caballo y alumbrados por las antorchas. Esta costumbre antigua se repetía año tras año, aunque tras la Guerra Civil dejó de celebrarse tras la disolución de la Cofradía de las Ánimas. Tendremos que esperar hasta los años ochenta, años en los que la Asociación Cultural de la Encamisada decide recuperar la fiesta. Se vuelve a crear la Comitiva de las Ánimas. Unos años después son los “quintos”, chavales que había de incorporarse a filas ese año, los que adquieren el protagonismo de la fiesta. Cortejo está formado por: El Montante o Hermano Mayor (cargo que se adquiere por sorteo), su símbolo de autoridad será una espada desnuda. Los Diez Mayordomos, uno de los cuales, el que cierra el cortejo, tiene la función de portaestandarte. Los otros nueve llevan bastones de mando adornados con flores y lazos. Veintidós Lacayos que acompañan a los Mayordomos. Y tres tamborileros al principio de la comitiva. La Indumentaria actual no se atiene a la vestimenta tradicional de la fiesta. En principio se piensa que el nombre de Encamisada proviene del hecho de que los Hermanos de la Cofradía de las Ánimas recorrían antiguamente el pueblo vestidos con camisas largas. Los Mayordomos visten trajes con casaca azul y polainas del mismo color, capa roja, botas de montar (o zapatos negros dependiendo del día), en el cuello una gola blanca y, sobre la cabeza boinas rojas con pluma blanca. El Montante lleva sombrero de fieltro con pluma blanca. Los Lacayos visten camisolas blancas con polainas del mismo color, dos bandas rojas les cruzan el pecho y llevan además un gorro rojo con forma de capirote. Estos llevan antorchas en las manos y alumbran, así el paso de los Encamisados. Los Tamborileros visten trajes con casacas rojas, polainas rojas, capas azules y boinas azules. La fiesta comienza la tarde del viernes, se preparan tres hogueras, dos grandes, una junto a la puerta de la Iglesia y otra en el patio de la ermita. Y una pequeña al lado del Rollo Jurisdiccional en el camino del cementerio. Esas hogueras marcan los puntos por los que habrá de pasar la comitiva de la Encamisada. Al anochecer, los mayordomos se reúnen en casa del Montante junto con sus lacayos. Allí hay una hoguera que habrá de servirles para encender sus antorchas. Al mismo tiempo, el Presidente de la Asociación parte desde la Casa de la Cultura hasta la del Montante anunciando con cohetes su llegada. Junto con él viajan los tres tamborileros. Desde allí parte la comitiva, primero los tamborileros, después los miembros de la Cofradía formando una fila junto a los mayordomos, sus lacayos y sus antorchas. Primero va el Montante y detrás de él la comitiva, al final del todo la bandera de la Asociación y el estandarte de las Ánimas. Al llegar a la última hoguera frente a la puerta de la ermita, la Virgen de la Salud da la bienvenida a los Encamisados. Estos, uno a uno, con sus lacayos, rodilla en tierra, le hacen una reverencia quitándose el sombrero. El Portavoz de las Ánimas reza una Salve en voz alta. La procesión les seguirá hasta las diferentes iglesias donde los Montantes desmontan y dejan los caballos al cuidado de los Lacayos. La Virgen se queda en la Iglesia y la comitiva continua, ahora a pie, hasta el Baile. Allí se cortará la cinta roja y empezara el primer baile de los Encamisados. El sábado en la mañana, tras una noche agotadora, se vuelven a reunir en casa del Montante para salir en comitiva, recoger a las Autoridades y, juntos, acudir a la misa de presentación a la Virgen de los nacidos de ese año. Una vez termina la misa se devuelve la imagen de la Virgen a su Ermita. Finalmente se regresa a la Plaza y allí el Baile de la Bandera por los Encamisados y los Lacayos. Tras la comida tiene lugar, junto al Rollo Jurisdiccional, la Carrera de Cintas a Caballo. Antiguamente la carrera consistía en arrancarle la cabeza a un gallo colgado de una cuerda, aunque en la actualidad el animal ha sido sustituido por cintas de colores. Entonces se da por terminada la fiesta de la Encamisada." 

Reportaje publicado por el secretario de la Asociación Cultural "La Encamisada" EUSEBIO FERNÁNDEZ CORRAL en la revista del I.E.S "Montes de Toledo el año 2009. 


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