UN GUERRILLERO DE MENASALBAS: DON CLAUDIO DE LA ESCALERA
Poco a poco se va perfilando la figura de este menasalbeño, desconocido hasta el momento, que luchó en la guerra de la Independencia y cuya historia habría pasado desapercibida si no es que me encuentro en la biblioteca de Castilla La Mancha con el memorial presentado por dos de sus capitanes, Manuel Blanco y José Díaz, en el Ayuntamiento de Toledo. Estos hombres solicitaban en el mes de agosto de 1812 ayuda y vestuario en aquella institución porque decían haberse fugado de los franceses el nueve de julio de ese mismo año, después de haber sido hechos prisioneros entre los Yébenes y Marjaliza. Por aquella época parece ser que nuestro personaje mandaba, con el grado de teniente coronel, el escuadrón de Husares de la Mancha y que había castigado a las tropas francesas en algunas refriegas importantes como la de Menasalbas, Ventas o Polán.
Tras estos primeros datos, llegaron otros de los diferentes legajos dispersos encontrados en el Archivo Histórico de Menasalbas que aportaron nuevos datos al perfil de este singular menasalbeño. Así supimos que, con la llegada del trienio liberal en 1820, fue nombrado alcalde lo que nos hace suponer que empatizaba con la causa liberal. El mismo, durante su mandato, organizó la Milicia Nacional en un acto público celebrado en la plaza del pueblo con gran pompa y boato en la que integró doscientos soldados y sesenta y nueve jefes oficiales y cabos así como también veinticuatro jinetes que formaron la caballería. Tan singular tropa quedó bajo su mando ya que en el año 1920, aun cuando era un civil, su ascendencia en el pueblo era grande y ostentaba la graduación de coronel retirado (esta milicia parece que sirvió de muy poco si consideramos los acontecimientos en los que perdió la vida).
Me extrañó, no obstante, no haber encontrado más referencia en los diferentes documentos que consulté para escribir aquel libro titulado: "Crónica de Menasalbas. 1800-1975" de modo que en un encuentro casual con Ventura Leblic, presidente de la Asociación Cultural Montes de Toledo, le hablé, en no me acuerdo que acto, de la existencia de este personaje; mostró su interés por él y su decisión de investigar en el Archivo Militar de Segovia, donde, me aseguró, encontraría alguna referencia, si es que había servido en la milicia. En un posterior encuentro me comunicó que no había encontrado nada, lo cual me daba a entender que su biografía era la de un impostor y eso me parecía muy raro.
Posteriormente investigué sobre su edad y encontré datos interesantes en el padrón de vecinos de entre 16 y 40 años que mandó realizar al Ayuntamiento la Junta Permanente de la ciudad de Toledo el día 8 de agosto de 1808 para proceder al alistamiento de aquellos que tuvieran edad de ir a la guerra. En este padrón nuestro personaje figura inscrito como un hombre soltero, militar retirado de 38 años y 22 años de servicio en la milicia por lo que debería haber nacido hacia 1770 o 1769. Suponemos que inmediatamente después se incorporó al ejercito lo cual haría que pusiéramos en duda su participación en la victoria de Bailen, aunque también pudiera encontrarse ya de servicio cuando ocurrió aquella decisiva batalla.
En relación al posible origen hidalgo de la familia, un miembro de la familia, María Victoria Escalera, me mostró hace algunos años un documento genealógico en el que se venía a decir que una rama de la familia hidalga De la Escalera se había asentado en Menasalbas en el siglo XVII procedente de la actual Cantabria.
Con todo ello, Ventura Leblic parece ser que siguió investigando y ofreció en el número 124 de la Revista de Estudios Monteños de la asociación cultural Montes de Toledo una interesante información que nos ayudó a conocer mejor a don Claudio:
"D. Claudio de la Escalera había nacido en Menasalbas hacia 1768 y debió pertenecer a una familia hidalga afincada en esta población quizá en el siglo XVIII. Con 17 años estaba sirviendo en el Ejercito en varias campañas militares con el Regimiento del Rey. Participó en la Batalla de Bailén (julio de 1808) como alférez. Se incorpora a la guerrilla con Ventura Jiménez y posteriormente organiza su propia partida bajo el nombre de Escuadrón de Húsares Franco-Manchegos. Terminó la guerra de la Independencia con el grado de teniente coronel, ascenso conseguido por méritos de guerra. Fue alcalde de Menasalbas y comandante de la Milicia Nacional. En 1823 la villa fue sorprendida por una numerosa partida de doscientos jinetes al mando de El Locho, facineroso manchego convertido al absolutismo, quienes dieron muerte a varios vecinos entre ellos se encontraba el juez, el alcalde, un regidor, un sacerdote secularizado, varios honrados labradores y D. Claudio Escalera acuchillado en la calle de Menasalbas por los asaltantes"
Todo esto lo publicaba Ventura el mismo año en el que veía la luz un libro que podría ser definitivo para el conocimiento de la figura de Claudio Escalera. Y puede ser que Ventura no tuviera noticias de este libro sorprendente que publicó la Universidad de Castilla la Mancha con motivo del bicentenario de la Guerra de la Independencia porque en el monolito que se levantó en Navahermosa en el homenaje que se dispensó a los combatientes de nuestra comarca el año 2008 no figura su autor (según me ha contado mi compañero Juan Antonio), el guerrillero y soldado Julián Alonso, pues, de haberlo sabido, había de haber ocupado un lugar preeminente en ese monumento.
El libro en cuestión se titula "Un veterano de la Guerra de la Independencia. Memorias de Julían Alonso"; fue editado por Manuel Espadas Burgos y publicado por la Universidad de Castilla La Mancha en Ciudad Real el año 2008. El libro ha sido recogido, parcialmente, por Google libros y de él dejo un enlace dado su grandísimo interés. En él, Julián Alonso,vecino de Navahermosa y nacido el año 1793, relata sus memorias, plagadas de aventuras, y de como ingresó al comenzar la guerra y con quince años como "voluntario en el escuadrón de cazadores de Numancia del cual era jefe el valiente y desgraciado D. Claudio Escalera", ofreciendo muchos detalles de sus diferentes acciones (tal vez el autor olvide el nombre original del escuadrón "Húsares de la Mancha" ya que esa denonimación se le aplicó en 1812 tras integrarse el escuadron con sus 150 jinetes en el regimiento de Juan Palarea "El Médico")
Por él conocemos que su partida estaba integrada por unos 150 hombres, que tenían una gran movilidad por Extremadura, La Mancha, Toledo y los pinares de Cuenca, que el cuerpo de ejercito al que pertenecían tenían su cuartel general en Don Benito y que no entraban en combate abierto con el enemigo, llevando a cabo golpes de mano, asaltos y escaramuzas. Según relata solían estar bien pretrechados por las capturas realizadas a los franceses, pero pasaban muchas veces hambre por falta de comida debido al abandono del campo y a las malas cosechas dado que los campesinos dejaban el campo sin cultivar al alistarse en el ejercito. Nos cuenta que realizaban también labores de policía contra los ladrones que infestaban los montes de la comarca. En uno de sus pasajes relata como al mes y medio apresaron en el monte a dos ladrones, un padre y un hijo que también parece que se dedicaban al contrabando, guarecidos en un chozo con mantas y una buena lumbre. Les aprendieron entre otros enseres, tabaco negro del Brasil, seda y especias. El tabaco se distribuyó entre los soldados.
Por él conocemos que su partida estaba integrada por unos 150 hombres, que tenían una gran movilidad por Extremadura, La Mancha, Toledo y los pinares de Cuenca, que el cuerpo de ejercito al que pertenecían tenían su cuartel general en Don Benito y que no entraban en combate abierto con el enemigo, llevando a cabo golpes de mano, asaltos y escaramuzas. Según relata solían estar bien pretrechados por las capturas realizadas a los franceses, pero pasaban muchas veces hambre por falta de comida debido al abandono del campo y a las malas cosechas dado que los campesinos dejaban el campo sin cultivar al alistarse en el ejercito. Nos cuenta que realizaban también labores de policía contra los ladrones que infestaban los montes de la comarca. En uno de sus pasajes relata como al mes y medio apresaron en el monte a dos ladrones, un padre y un hijo que también parece que se dedicaban al contrabando, guarecidos en un chozo con mantas y una buena lumbre. Les aprendieron entre otros enseres, tabaco negro del Brasil, seda y especias. El tabaco se distribuyó entre los soldados.
En ese relato vibrante nos escribe la canción que cantaban a toque de trompeta cuando los ánimos desfallecían y que les servía para alegrar las fatiga y el hambre. La canción en cuestión decía así:
Toda la tropa francesa
que a España tiene
cercada
o debe ser entregada
o reducida a pavesa.
Resuena el eco belicoso
de la trompeta y el timbal
que de Sagunto y de
Numancia
glorias antiguas
renovará.
Así, alegres, comamos,
bebamos
al son de clarines podemos marchar
que el soldado español
en campaña
siempre ha sabido morir
o triunfar.
La trompeta y el cañón
llaman a nuestro
Fernando,
miren por ese
entusiasmo
lo que vale un español.
Así, alegres, comamos,
bebamos
Al son de clarines podemos marchar
Que el soldado español
en campaña
Siempre ha sabido morir
o triunfar
Unos de los primeros golpe de mano que relata en su libro tuvo
lugar en Puerto Lápice, en un monte de carrascales. En estas fechas nuestro protagonista Claudio Escalera tendría el grado de teniente. Fue el primer encuentro de
Julián Alonso con el enemigo que tuvo 18 muertos y 16 prisioneros mientras que la partida española sufrió quince bajas (10 heridos
y 5 muertos). Se capturaron cuatro carromatos cargados de enseres militares,
cajones de cartuchos, sables y carabinas, y con el dinero recogido a los
franceses se hicieron efectivas tres pagas porque hacía 5 meses que no
cobraban. Por los prisioneros que llevaban supieron que cuatro escuadrones de
húsares habían salido de Córdoba para prenderles y eso les permitió burlar al
enemigo en los montes de Navalpino, en donde se alojaron bastante tiempo y
curaron a los heridos. Como el cuartel general de su ejército estaba en Don
Benito, trasladaron allí a los prisioneros franceses.
A los pocos meses
pasaron a Extremadura y en los cerros del Campanario dieron otro golpe de mano
por sorpresa contra un convoy de intendencia francés, capturando 2.000 cabezas
de ganado lanar y unas doscientas cargas de trigo y apresando a 30 dragones que
los conducían y al oficial que los mandaba. En la acción de combate murieron 13
dragones y fue herido el oficial, mientras que por parte española murieron
algunos soldados. Los prisioneros fueron conducidos por una compañía de infantería
que se hallaba en Logrosán hasta Badajoz. El ganado lanar lo usó
el ejército y el trigo se vendió para proveer a los soldados de prendas
necesarias. Tras esta acción se retiraron hasta los montes de Guadalupe y se
acantonaron en Valdecaballeros.
En la
sierra de Siruela, en Extremadura, tuvieron una escaramuza con una partida
enemiga que desde los Pedroches había bajado a Herrera del Duque. Se hicieron con el ganado que había requisado el enemigo, que fue devuelto a sus dueños, y trigo con cuya venta se pagó a la tropa,
se recompuso su ropa y se repartieron herradura porque siempre debían de llevar
un juego de repuesto.
De Extremadura pasaron
a La Mancha y de allí a los pinares de Cuenca. Con Tarancón tomada por un
fuerte contingente francés, realizaron sus correrías en San Clemente, Huete y
otros puntos en donde tuvieron escaramuzas con los franceses de Taráncon,
persiguiendo y siendo perseguidos. En esos parajes
estuvieron a punto de ser hechos prisioneros, mientras oían misa en una
hermita, con los caballos agarrados de las bridas. Tuvieron que huír aprisa en
dirección a Huete.
Mal tuvieron que
ponerse las cosas en ese momento porque tuvieron que iniciar una contramarcha por el camino
real que les llevó a los montes de Guadalerzas desde donde se dirigieron a los
montes de Toledo por el Molinillo,
Navadestena, Ontanar, y los Navalucillos hasta llegar a Puebla Nueva,
en donde se raciono a la columna para seis días. Esta columna estaba
mandada por el capitán Escalera.
Aprovisionados, se
dirigieron por el Tajo hasta La Puebla y Camarena, en cuyos olivares
sorprendieron a 40 dragones que escoltaban un correo y un carro con efectos
militares y moneda francesa. El asalto les dio oportunidad de reponer sus
monturas. Tras el ataque, cruzaron el Tajo y se retiraron a Espinoso del Rey
para atravesar después las sierras de Alia hasta llegar a Logrosán, donde se
acantonaron algún tiempo.
Trataban bien a los
prisioneros franceses y les dejaban escribir a sus familiares, a sus jefes y
compañeros para dar cuenta de su existencia y del buen trato recibido. Los
prisioneros y la correspondencia aprendida llegaba finalmente al cuartel
General de Trujillo en donde el general Cuesta les dio las gracias
personalmente y les entregó dos pagas para el escuadrón. De los caballos capturados,
reponían existencias con los españoles mientras que los caballos franceses eran
destinados a los trenes del ejército.
De Logrosán pasaron a
Herrera del Duque y entraron en la provincia de Ciudad Real para instalarse de
nuevo en los pinares de Cuenca. En Tarancón, los franceses habían relevado a la
guarnición y tuvieron que enfrentarse con un enemigo desconocido, en donde
realizaron una emboscada saliendo de un olivar contra un convoy escoltado por
polacos, que conducían heridos en
dirección a Ocaña, donde ocupaban un convento que les servia de hospital.
Regresaron sobre sus
pasos y en Horcajo de los Montes establecieron su cuartel de invierno porque se
encontraron con el campo cubierto de nieve. Cuando mejoró el tiempo, por
Retuerta y San Pablo, llegaron al Castañar donde se acuartelaron en un convento
de franciscanos bastantes días. Allí recibieron toda clase de auxilios de
Cuerva, Gálvez, Menasalbas, Orgaz y Mora. Mientras están acuartelados, el capitán Claudio de la Escalera marchó unos pocos días a saludar a sus
hermanos y amigos.
Desde allí regresaron a
los pinares de Huete, desde donde lanzaron un ataque sobre la población con
guarnición enemiga, En ese momento tuvieron un serio encontronazo con un escuadrón de
Husares Hannoverianos que había reforzado la posición.
La derrota francesa en Arapiles el 22 de julio de 1812 en la que Wellington derrotó al mariscal Marmont obligó a los franceses a replegarse y José Bonaparte abandonó por segunda vez la capital dirigiéndose con un fuerte ejercito hacia Valencia para refugiarse junto al mariscal Suchet. Lord Wellington con su
ejército y una división portuguesa
ocuparon Madrid, Toledo y la Mancha, y el escuadrón del capital Escalera de 150 hombres marchó a Madridejos porque fueron destinados a la
división de vanguardia del general Hill. Integrados en esta
nueva formación, y con los franceses a la fuga,
participaron en el sitio y ataque al Castillo de Consuegra que fue
rendido. Allí fueron hechos prisioneros ochocientos franceses, que fueron escoltados por dos escuadrones (uno, el suyo) hasta Aranjuez, y se encontrar muchísimos enseres de guerra y gran acopio de víveres.
Puede ser que en estos momentos, de los escuadrones que mandaba el brigadier Don Juan Palarea y otros que se reunieron, sirviendo de base el de Escalera, se formase el regimiento de cazadores Numantinos, siendo nombrado para mandarlo el brigadier don Juan Palarea y segundo jefe Claudio Escalera. El general de caballería Conde de Pegué pasó varias revistas presenciando muchos ejercicios en los campos de Talaverilla.
Puede ser que en estos momentos, de los escuadrones que mandaba el brigadier Don Juan Palarea y otros que se reunieron, sirviendo de base el de Escalera, se formase el regimiento de cazadores Numantinos, siendo nombrado para mandarlo el brigadier don Juan Palarea y segundo jefe Claudio Escalera. El general de caballería Conde de Pegué pasó varias revistas presenciando muchos ejercicios en los campos de Talaverilla.
Permanecieron en La
Mancha, en las inmediaciones de Alcázar de San Juan hasta después de la vendimia y en el invierno el rey José volvió a Madrid, por la falta de entendimiento
entre Wellington y los generales españoles, con su ejercito dividido en dos
grandes cuerpos, uno por Ocaña y otro por Alcalá de Henares. Se movieron entonces y en las inmediaciones de Alcalá de Henares tuvieron un encuentro con las vanguardias del ejercito francés. No les tuvo que ir muy bien porque se retiraron hacia Castilla por el puerto de Guadarrama, seguidos por la vanguardia francesa.
En la campaña de 1813 con la retirada del rey José hacia Francia, persiguen al enemigo en retirada hacía Francia. En La Puebla de Montalban alcanzaron a los franceses que tuvieron bastantes
perdidas y siguieron a su retaguardia por Navalcarnero, El Escorial,
Segovia, Soria y Zaragoza. En esta ciudad participaron en la rendición de la guarnición francesa del castillo de la
Aljaferia, en donde su comandante,
tras entregar la espada, se suicido de un pistoletazo. A los pocos días recibieron
orden de marchar por Basbastro a Graus, llegando a las inmediaciones de Jaca.
Cuando se dirigían a invadir el territorio francés recibieron ordenes de marchar a Pamplona y en el camino tuvieron aviso de estacionarse en Lerin y Peralta, donde tomaron cuarteles de invierno después de la venida del rey, que de Zaragoza marchó a Valencia. Posteriormente ocuparon los pueblos de Cariñena, Aguadon y su escuadrón ocupó el de Cozuenda.
Cuando se dirigían a invadir el territorio francés recibieron ordenes de marchar a Pamplona y en el camino tuvieron aviso de estacionarse en Lerin y Peralta, donde tomaron cuarteles de invierno después de la venida del rey, que de Zaragoza marchó a Valencia. Posteriormente ocuparon los pueblos de Cariñena, Aguadon y su escuadrón ocupó el de Cozuenda.
Posteriormente el
regimiento fue refundido en el de los Dragones de Pavía, organizándose en
Arévalo. Pasaron a Zamora y después a Valladolid y Palencia. Todos los
cazadores numantinos fueron licenciados a los ocho meses con 25 reales como
retiro.
El año 1823 nuestro personaje vivía retirado en Menasalbas, como ya hemos dicho, en donde gozaba de gran ascendencia entre la población. Las sierras por aquel tiempo eran el refugio de bandoleros y contrabandistas. Muchos de ellos eran personas que habían participado en las guerrillas y ahora se adscribían a la causa del absolutismo. Uno de estos grupos fue el que llegó a Menasalbas y mató a nuestro coronel, supongo yo que porque salió a defender la población con un grupo de la milicia y fue hecho prisionero. Sobre la muerte de D. Claudio relata lo siguiente: "El contrabando cundía por todas partes, los ladrones se reunían en partidas a defender su religión, el decir, el robo y el asesinato. Dígalo el pueblo de Menasalvas, que fue sorprendido por una horda de malvados facciosos, capitaneada por un bandido, pregonado seis veces y condenado a pena capital, llamado el Ocho, natural de Ciudad Real. Los montes de Toledo fueron siempre abrigo de los asesinos, que por su delitos era pregonados y perseguidos por la Justicia. En dicho pueblo de Menasalvas, ¡triste memoria¡ ocho honrados ciudadanos fueron victimas de aquellos vándalos. El juez de primera instancia, un sacerdote, el Alcalde, un regidor, tres honrados labradores y el valiente liberal y buen patricio D. Claudio Escalera, todos fueron degollados alevosamente, llevando al desgraciado veterano desde la casa del juez hasta la plaza acuchillándole hasta que expiró... En la casa del juez murieron los demás y fueron degollados hasta los animales que había en ella. La pluma se me cae de
las manos al recordarlo, la ira se apodera de la razón y el corazón se llena de
pena. ¡Malvados mil veces!¡El valiente coronel D. Claudio Escalera que tantos
servicios había prestado a la patria asesinado por hombres viles que eran la
hez de la sociedad! ¡Santo Dios, que recuerdos tan amargos para mi corazón!"
.
El editor del libro, en nota a pie de página, añade y dice que "Adame tomaba con doscientos jinetes el pueblo toledano de Menasalbas y ordenaba fusilar al juez de primera instancia don José María Escalera, el coronel retirado don Claudio Escalera, al alcalde, al comandante de la Milicia Nacional de la localidad, a un fraile secularizado y a otras personas. La operación cogió desprevenido al jefe político de la provincia, Merconchini"(el alcalde al que se refiere es Juan Sánchez Román).
Esto ocurría en 1823 por lo que el menasalbeño habría muerto a la edad de 53 años. A continuación, expresa su admiración hacia el personaje con la siguientes palabras: "Los pueblos y habitantes de aquellas comarcas llevaron tamaña desgracia. Escalera, el angel de la paz, todos le respetaban y querían en su pueblo, donde se había retirado a descansar. ¡La tierra le sea ligera¡".
Este mártir e insigne guerrero había servido en la lujosa guardia del favorito Príncipe de la Paz, guardia mucho más lúcida que la de los reyes de España. Los húsares todos gallardos soldados fueron escogidos en todo el ejercito español.
En el momento en que se tuvo noticia de esta catástrofe se formó una columna respetable y nos dirigimos a los montes pero sin resultados. Los asesinos tomaron la dirección de los montes de Guadalupe y por donde pasaban todo era luto y desolación, sacando de las cárceles a los más criminales. ¡Y estos vándalos fueron después obsequiados por todo el clero de la religiosa ciudad de Toledo¡ ¡Todo el mundo lo sepa y se escandalice¡"
Algunos de los que
formaron la partida encontraron la muerte en la primera guerra civil. El delator Navajas, que fue faccioso de la
partida de Palillos, murió fusilado en Toledo; también los apodados Judío y el
Pastor. Otro cuyo mote era El Guardia fue muerto en los montes de de las Guadalerzas y el Perfecto
murió una Nochebuena en Marjaliza por los lanzazos de dos lanceros que disfrazados
de facciosos lo esperaron y mataron cuando saltaba las paredes del corral
donde vivía su querida. "Ese fin tuvieron los asesinos del virtuoso y malogrado
coronel Escalera", dice en su relato.
En la misma publicación antes mencionada Ventura Leblic publica la hoja de servicios del teniente coronel procedente del Archivo Militar de Segovia, facilitada por el coronel D. Vicente Braojos.
HOJA DE SERVICIOS DEL TENIENTE CORONEL D. CLAUDIO ESCALERA
El teniente coronel agregado D. Claudio Escalera. Su edad cuarenta y ocho años, su país Menas Albas, su calidad Noble, su salud Robusta, sus servicios y circunstancias los que se expresa.
Soldado distinguido: el 5 de julio de 1786. tiempo de servido: 21 años, 9 meses y 14 días.
Alférez: 19 de abril de 1808, Tiempo servido: 4 meses y 14 días.
Teniente: 3 de septiembre de 1808: Tiempo servido: 11 meses y 8 días.
Capitán: 11 de agosto de 1809. Tiempo servido: 3 años, 8 meses y 11 días.
Comandante: 22 de abril de 1813. Tiempo servido: 1 año, 5 meses y 9 días.
Teniente Coronel: 1 de octubre de 1814. Tiempo servido: 2 años y 3 meses.
Abono del tiempo de campaña: 6 años, 3 meses y 29 días. Total de servicios hasta fin de diciembre de 1816: 36 años, 9 meses y 29 días.
REGIMIENTOS EN EL QUE HA SERVIDO
En el de caballería del Rey, Húsares españoles, Carabineros Ligeros de la Real Brigada, Partida de Guerrilla de D. Bentura Jiménez, Husares Francos de la Mancha, Pavía, Algarbe y en el este (Alcántara)
CAMPAÑA Y ACCIONES DE GUERRA EN EL QUE SE HA HALLADO
En la pasada de Francia, habiéndose hallado en cuantas acciones tuvo su Regimiento del Rey con los enemigos, habiendo sido prisionero y herido en la de 23 de julio de 1793, sobre San Juan de Luz, y ha permanecido hasta que hecha la paz de 1795, fue canjeado; en la última guerra contra Portugal, y en ella en las acciones que tuvo dicho Regimiento, en la presente campaña y en ella en las acciones de Baylen, después de la que fue destinado por la Junta Central de organizar la Guerrilla de D. Ventura Jiménez, con la que tuvo varias acciones, y entre ellas la de Almonacid, la de la ermita de la Oliva, donde con 60 caballos y 80 infantes se hicieron prisioneros 400 enemigos y un coronel, por cuya acción fue nombrado capitán por la Junta Central; en la de Ciudad Real donde fue prisionera toda la guarnición enemiga: cogió cinco correos y sus escoltas respectivas en diferentes acciones tenidas sobre el camino Real de Toledo a las Andalucías, de los que tres fueron presentados con sus valijas al Excmo. Sr. General D. Gregorio de la Cuesta y los dos restantes al Excmo. Sr. D. Francisco Javier Venegas; en la de Polán, en la que de 143 enemigos que atacaron fueron hechos prisioneros 131, que con 37 machos de Brigada que se les cogieron fueron entregados al Excmo. Sr. D. Gregorio de la Cuesta, en la de Miajadas, Malpica, Siruela, Campanario, Puerto de la Consolación, en la impugnación de los fuertes del Puente de Almaraz, a las órdenes del general inglés Hilla, habiendo ya organizado un escuadrón de Húsares Manchegos para lo que había sido comisionado como comandante por el Excmo. Sr. D. Francisco Javier de Castaños, y de su orden hizo la expedición a la Andalucía con dicho escuadrón, colocándose a retaguardia del ejercito enemigo interceptándole un convoy; en 1812 persiguió la retirada del Rey intruso de Madrid, en la que unió 700 jurados que se desertaron de sus banderas, los que fueron entregados al Excmo, Sr. D. Francisco Xavier de Olio; en el bloqueo, sitio y expugnación de Consuegra, depués de la cual se unió con su escuadrón, en virtud de orden d del Excmo. Sr. General en Jefe, a la caballería del 4º ejercito, mandada por el Sr. conde de Penne Villemur, a la que permaneció unido, hasta que en 23 de abril de 1813, se formó el actual Rto. en virtud de orden del Gobierno, habiendo, con la expresada división, sostenido la retirada de Castilla, unido a las tropas inglesas.
El coronel D. Juan Herrera, caballero de la Orden Real y Militar de San Hermenegildo, teniente coronel Mayor del expresado Regimiento, del que es Coronel D. Juan Malats, caballero de la mencionada orden. Certifico: Que la hija de servicios que antecede es copia de la original que existe en esta oficina de mi cargo. Granada treinta y uno de diciembre de 1816. (Está firmado por Juan Herrera con el Vº Bº de Malats)
Informe del Inspector: Tiene buenos méritos de guerra, pero con poca actitud para el mando.
Notas del Coronel, Valor: Suficiente; Aplicación: Bastante. Capacidad: Idem. Conducta: Buena. Estado: Soltero.
ULTIMO NOMBRAMIENTO
Despacho del Rey, dado en Madrid de fecha 1 de agosto de 1816 se le concede la agregación al Regimiento de caballería de Alcantara a D. Claudio Escalera, Teniente coronel del extinguido Regimiento de cazadores Numantinos, en calidad de Teniente Coronel vivo de caballería de Línea.
COMBATES EN LOS QUE PARTICIPÓ SU ESCUADRÓN
COMBATES EN LOS QUE PARTICIPÓ SU ESCUADRÓN
Relata una acción de guerra en la Nochebuena en el Puerto Lápice de la siguiente manera: " Al amanecer atacamos a una fuerte columna de caballería que conducía un convoy a Infantes y el encuentro fue reñido en un monte de carrascales. El enemigo tuvo 18 muertos y 16 prisioneros; nosotros 10 soldados heridos y 5 muertos quedando en nuestro poder 4 carromatos cargados de enseres militares, bastantes cajones de cartuchos, gran porción de sables, carabinas, etc... y dinero en bastante cantidad del que recibimos tres pagas que nos vinieron bien pues hacía cinco meses que no recibíamos un cuarto. El resto de la escolta enemiga huyó en dirección a Infantes donde había una fuerte guarnición y supimos por los prisioneros que habían llegado a dicho punto procedentes de Córdoba cuatro escuadrones de Húsares. Emprendimos nuestra retirada con todo lo aprendido a los montes y de este modo burlamos a la gran columna que salió a perseguirnos...
"... PASAMOS A EXTREMADURA..."
A los pocos meses de nuestro primer encuentro pasamos a Extremadura y en los campos de Campanario hicimos otra sorpresa, cogiendo prisioneros a 30 dragones y al oficial que los mandaba. Conducía 2000 cabezas de ganado lanar y unas 200 cargas de trigo y todo el convoy quedó en nuestro poder. Murieron 13 dragones quedando el oficial herido levemente; por nuestra parte, 5 soldados muertos y 10 heridos, entre ellos uno de gravedad que murió al día siguiente. Nos retiramos a los montes de Guadalupe, acantonándonos en Valdecaballeros. Los prisioneros fueron entregados a una compañía de Infantería que se hallaba en Logrosán y ésta les condujo a Badajoz. El ganado lanar sirvio para el ejército y el trigo para proveer con su importe a nuestros soldados de prendas necesarias...
NUESTRA MAYOR VENTAJA ERA SABER PERFECTAMENTE EL TERRENO
Tan pronto aparecíamos en Extremadura como en La Mancha, en tierra de Toledo o en los pinares de Cuenca. Hicimos movimientos en dirección a la Mancha y al pasar por las sierras de Siruela sorprendimos a una pequeña partida enemiga que desde los Pedroches había bajado a Herrera del Duque, el resultado de aquella escaramuza fue hacerles algunos prisioneros y cogerles algún ganado el cual fue devuelto a sus dueños y 250 cargas de trigo que valía la fanega en aquel tiempo cuatrocientos y más reales, cuyo total valor sirvió para pagar la tropa, recomponer ciertas prendas y dar por plaza un juego de herraduras que siempre debíamos tener de repuesto"
Así continua el relato refiriendo las diferentes acciones de guerra. En uno de los capítulos, el que lleva por título "LOS MONTES ERAN NUESTRA FORTALEZA Y NUESTRO AMPARO" dice lo siguiente:
"Los montes eran nuestras fortalezas y nuestro amparo. El pan estaba por las estrellas; la carne asada alguna vez era nuestro alimento. Los caballos lo pasaban mejor, pues tenían en abundancia buenos pastos.
Ganamos los montes y sierras de Toledo y Piedrabuena, donde tuvimos precision de detenernos algunos días para acudir y socorrer a los heridos y enfermos, emprendiendo después la marcha muy lenta hasta el pueblo de Alía y de allí a Guadalupe, donde fueron entregados a un jefe de un regimiento de infantería perteneciente a la división del General Morillo, tropa excelente y bien equipada. Dicho general había tenido la humorada de dar a cada soldado de su división una cartilla para aprender a leer y un par de castañuelas... y cuando lo tenía por conveniente y alguna vez al frente de su enemigo, al compás de las músicas y tambores bailaban con mucho orden la gallegada, que era su baile favorito por ser todos de por allá gallegos, pero buenos soldados.
Permanecimos en dicho punto unos pocos días y nuestra marcha fue a repasar el Guadiana. En el pueblo de Horcajo de los Montes hicimos alto tomando cuartel de invierno, pues aquél país estaba cubierto de nieve, los caminos intransitables y en cierto modo nos vino bien para reponernos de todo lo necesario y volver a continuar nuestra marcha. Habiendo mejorado el tiempo, nos dirigimos a tierra de Toledo por la Retuerta a San Pablo y de allí al famoso monte del Castañar, acuartelándonos en los conventos de franciscanos por bastantes días. Recibimos toda clase de auxilios de varios pueblos de la llanura, tales como Cuerva, Gálvez, Menasalbas, Orgaz y Mora.
El coronel era nativo de Menasalbas, distante de nuestra residencia tres leguas y marchó por pocos días a saludar a sus hermanos y a sus buenos amigos..."