EL ORIGEN DE LA ENCAMISADA. LA FIESTA QUE TODO EL MUNDO CELEBRA Y CUYO ORIGEN NADIE CONOCE
En términos militares, las encamisadas eran incursiones nocturnas que realizaban los tercios de Flandes contra las tropas enemiga en pequeñas escaramuzas. Con las encamisadas, los soldados llevaban a cabo sabotajes y robos en campamentos y posiciones con un mínimo equipo de guerra y con la única vestimenta de su larga camisa blanca, de donde le vendría el nombre a esta acción militar.
Si relacionamos nuestra fiesta con estos hechos, podríamos pensar que tuviera algo que ver con los soldados que, de regreso de los tercios de Flandes con sus largas camisas, se emplearían en la vigilancia del pueblo a caballo frente a los malhechores que amenazaban la localidad desde los montes cercanos. Estos se agruparían en torno a la hermandad de las Ánimas y celebrarían su fiesta en honor de la Virgen de las Candelas. Por otra parte, sus recorridos a lo largo de las luminarias podrían estar relacionados con el ritual de protección de los animales en torno a la fiesta de San Antonio Abad o bien con las rondas de vigilancia que realizaban en la localidad.
Sin embargo, parece que poco tiene que ver la Encamisada con estos hechos. Según parece, el libro de las Fundaciones y Hermandades de Menasalbas (que se encontraba en el archivo parroquial y que fue destruido en 1936) hablaba de fiestas muy antiguas que pudieran estar en el origen de la celebración. La gran mortandad que provocó la Peste Negra hizo que el Papa Clemente VI permitiera en 1350 que se encendían grandes hogueras para purificar el ambiente y concedió a los sacerdotes la facultad de absolver todos los pecados sin reservar ninguno a los que padeciesen contagio. El citado libro de Hermandades describe el desfile de grandes carros cubiertos de telas blancas en cuya comitiva figuraba un personaje representativo del Ángel Exterminador tañendo la trompeta del juicio y otro de la Muerte blandiendo su guadaña. Cerraba la marcha el coro popular entonando el miserere.
En fechas más cercanas hay un acto similar a la fiesta actual. En los libros anteriormente mencionados se habla de una procesión organizada en 1715 que bien pudiera haber sido el origen de tan celebrada fiesta popular, y desde entonces se debió seguir celebrando casi sin interrupción, a juzgar por las cuentas de la llamada ya en ese momento «Hermandad de las Ánimas» que destinaba diversas cantidades para recompensa de mayordomos, telas y tafetanes, así como galas diversas. Esta hermandad celebraba una cabalgata y a la cabeza de ella iba el estandarte de la cofradía seguido de un caballero armado que sostenía con ambas manos un formidable espadón de donde debe de provenir el título de montante con que se designa en la actualidad la figura que marcha a la cabeza de la Encamisada. Seguían a este caballero los demás congregantes, también a caballo, que iban en representación de los diversos gremios de artesanos de la villa y llevaban un trozo de leño -símbolo de la cruz-. Les acompañaban trompetas, atabales y otros instrumentos seguidos de multitud de penitentes que arrastraban cadenas. Toda esta comitiva marchaba procesionalmente hasta el Calvario donde entonaba salmos y letanías implorando piedad para las almas dolientes en fuego purificado (ignoramos en donde pudo estar este primitivo calvario, toda vez que el cementerio nuevo aún no se había construido).