1939. FIN DE LA GUERRA CIVIL EN MENASALBAS

                                                   (Fotos de la colección Luis Alba).

 La ofensiva final en el sector sur del Tajo se inició el 27 de marzo de 1939. Por la mañana, después del bombardeo artillero de la Legión Cóndor sobre las posiciones republicanas de Argés, el Ejército del Centro, integrado por el cuerpo de ejército de Toledo del general Miguel Ponte (que integraba la CTV italiana del general Gambara), el cuerpo de ejército del Maestrazgo de García Valiño y el cuerpo de ejército de Navarra del general de división José Solchaga iniciaron su avance sin encontrar resistencia. El ejército nacional estableció una cabeza de puente sobre el Tajo y avanzó en dos direcciones hacia los Montes de Toledo, Una avanzó en dirección a Polán, Guadamur, Noez, Totanés y Gálvez. La otra se internó en dirección hacia Pulgar y Cuerva, pero Menasalbas no fue tomado porque quedo embolsado. No obstante, el 28 de marzo una compañía del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) estaba estacionada en la sierra de Alpuébrega, al mando del capitán Gutiérrez Mellado (luego llegaría a capitán general y tendría un papel relevante en la Transición, en el gobierno de Adolfo Suárez). Dos de sus suboficiales, los menasalbeños Felipe García e Ignacio Iglesias, decidieron llegar hasta el pueblo, acompañados de algunos soldados. El grupo se introdujo en la plaza, pero decidieron regresar a Gálvez ante la falta de fuerzas y el número creciente de vecinos y militares que se concentraba en las calles en actitud pasiva. En ese momento, la llegada de una compañía de regulares para tomar el pueblo les hizo regresar sobre sus pasos. Los vecinos, por indicación de la tropa, colocaban banderas (telas y sábanas) blancas en las ventanas de sus casas y algunos milicianos armados se deshacían de sus armas arrojándolas a la Contramina, en el arroyo Perrito. La tropa llegó a la plaza y en el ayuntamiento se colocó la bandera bicolor. Aunque el miedo, la incertidumbre o la alegría contenida encerró a mucha gente en sus casas, hasta la plaza se acercó una multitud de vecinos para recibir a la tropa, según recogen tres instantáneas fotográficas de la colección Luis Alba, mientras Eduardo Tejada, el farmacéutico, les abría las puertas de su casa. Los marroquíes, muy probablemente integrantes de un tabor de regulares de la 1ª División de Navarra (al mando de Ben Mizzian), pusieron su cuartel en el local que ocupa hoy la óptica y establecieron en las calles diversos controles para detener a los soldados republicanos de reemplazo que regresaban a sus hogares. Estos se alojaron en la casa de Luis García, de la calle Mayor, en donde encendían hogueras y tocaban una especie de guitarra construida con una lata y una cuerda, mientras que los muchachos les tiraban de los faldones de sus pantalones bombachos, o requisaban las gallinas y las ovejas que encontraban en los corrales para comer o preparar sus pinchos morunos. La guerra había acabado.

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