CINCO MITOS SOBRE EL DESPOBLADO DE JUMELA QUE SE OYEN O SE LEEN
PRIMER MITO: JUMELA ES MÁS ANTIGUO QUE MENASALBAS
No hay ningún
documento que avale este aserto y no se sabe a ciencia cierta en que año se
fundaron ambas aldeas o lugares. Pudiera ser que tanto Jumela como Menasalbas
surgieran en la misma época, en el transcurso de la primera repoblación que
llevó a cabo el rey Alfonso VII, en la primera mitad del siglo XII.
Alguna teoría
sostiene que Jumela fue fundada por los francos que acompañaron al rey
castellano Alfonso VI en la conquista de Toledo (1085 d.C.), pero esta
afirmación carece de base documental. Las primeras noticias que hay sobre
Jumela se remontan al año 1155, cuando el rey Alfonso VII hace donación de las
alquerías de Jumela, Jenesa y Casar del Asno a Miguel Abnacet, Adalid y otros
mozárabes toledanos, probablemente servidores reales, para que estos repoblaran
los territorios cercanos a los montes; no obstante, en este mismo documento se
afirma que Jumela está entre Menasalbas y Gálvez, lo que lleva a suponer que
había repobladores ya establecidos en las aldeas de Menasalbas y Gálvez, con
todos los peligros que suponía instalarse en tierra de frontera, cercanas a los
puertos de los montes de Toledo (por donde llegaban las razias musulmanas),
aunque estos contaran con la protección de la orden del Temple, en el castillo
de Montalbán.
Es posible también
que, a lo largo del siglo XII y hasta la batalla de las Navas de Tolosa, la
aldea se despoblara temporalmente por la peligrosidad de la zona, como también
pudo ocurrir en Menasalbas. A principios del siglo XIII algunos de los
descendientes de esos primeros mozárabes de Jumela vendieron las propiedades
que habían heredado de sus padres y abuelos, porque entre los años 1220 y 1221
firman escritura de venta a favor del Arzobispo de Toledo doña Loba, hija de
Julián Petrez Ben Daud; doña Andresa hija de Juan de Said y Micael hijo de
Suero Pelaez y es posible también que la alquería pasara a formar parte del
basto señorío eclesiástico de los Montes de Toledo, como sostiene Antonia Ríos
en el número 38 del boletín informativo de la Asociación ultural Montes de Toledo.
SEGUNDO MITO: “MENASALBAS SE FORMÓ CON LOS HABITANTES QUE LLEGARON DE JUMELA”
Como ya se ha dicho en el capítulo anterior, Jumela y Menasalbas fueron aldeas diferentes, siendo que Menasalbas tuvo más pujanza y desarrollo que el despoblado a lo largo de los siglos. Abundando en lo anterior, son clarificadores los datos recogidos en las Relaciones de Felipe II de 1576, porque la villa de Jumela contaba por esas fechas con 140 vecinos (unos 560 habitantes, aplicando el coeficiente 4), mientras que la villa de Menasalbas tenía 400 (un total de 1600 habitantes, aplicando el mismo coeficiente).
La población de Jumela ascendió ligeramente hasta finales de siglo y en 1591 llegó a tener 153 vecinos (unos 600 habitantes), pero comenzó a despoblarse a partir del nuevo siglo hasta quedar totalmente despoblada en 1688. Muy probablemente, la mayor parte de la población pechera emigrada se instaló en Menasalbas y en Gálvez, dos villas consolidadas que ofrecían más seguridad y mejores condiciones de vida. En este sentido, Antonia Ríos afirma que en 1630 quedaban en Jumela solamente 39 moradores, mientras que había 59 personas que estaban asentadas en los pueblos vecinos y pagaban tributos en Jumela (39 en Menasalbas, 19 en Gálvez y 1 en Polán).
No hay que olvidar
también que los apellidos de los jumelanos pecheros en el siglo XVII no eran
muy diferentes a los de los habitantes de la comarca. Según se deduce de la
lectura de los nombres de las autoridades municipales de Jumela del siglo XVII (en
la relación ofrecida por Luis Martín Martín en el número 40 de los Anales
Toledanos del año 2004), apellidos jumelanos como Galán, Fernández, Zazo,
Martín Vasco, Gómez, de Cuellar, Sánchez, Gamero, Pérez, Medina, Álvarez, Gómez
Braojos, Alonso, de la Torre, Zarzalejo, Hijares, Domínguez, Rodríguez,
Hernández… son habituales también en los pueblos comarcanos.