GANADERÍA DE RESES BRAVAS "LA MONTERILLA"
GLORIAS MENASALBEÑAS OLVIDADAS
GANADERÍA DE RESES BRAVAS "LA MONTERILLA"
“…somos el olvido que seremos. / El polvo elemental que nos ignora”. J. L. Borges
Cuando nos preguntamos si la localidad tuvo alguna vez ganado bravo, enseguida pensamos en la actual ganadería de Francisco Camino Marugal, pero mucho antes que él, a finales del siglo XIX, tres ganaderías de reses bravas despuntaron y se hicieron un hueco en el mundo del toro de lidia: fueron las de Luis García, Francisco García-Moreno y Juan Escalera. Todas se establecieron en las tierras compradas en las rañas del Robledo, procedentes de los bienes de propios del Ayuntamiento de Menasalbas, y todas se aprovecharon de las ventajas evidentes que proporcionaba la proximidad de los pastos de la finca. Fueron tan famosas que había un dicho recurrente entre los vecinos que aún se recuerda y que decía así: “los vaqueros de Calato/y los de Juan Carramola/y los del Calvo Morita/son los que arrastran la porra”.
De las tres, la más antigua tal vez sea la de los Carramola, que era el mote con el que se conocía a la familia Escalera. De fecha muy temprana son las noticias de esta ganadería en la prensa madrileña porque Cosme Escalera, que contaba ya en 1817 con 73 reses vacunas, ofrecía en 1842 una corrida en uno de los cosos de Madrid. Este presentó toros con divisa negra en una corrida con división de plaza. La corrida con picadores y banderilleros comenzó a las cuatro de la tarde y contó con los espadas José Redondo e Isidro de Santiago. El ganadero repitió en la capital de España, como atestigua la corrida que dio en 1845, presentando dos toros con divisa celeste y negra para los espadas Julián Casas y Manuel Jiménez. Cuesta imaginar las dificultades que tendrían mayorales y vaqueros para el traslado de los toros bravos a caballo desde Menasalbas a Madrid por caminos y veredas.
La ganadería se engrandeció y consolidó con Juan Escalera, que era el principal contribuyente por rústica y pecuaria a finales del siglo XIX, desde la finca La Monterilla, en la Cañada de Jorge, y fue continuada después por sus herederos Emilio y Modesto, que llegaron a contar con más de 230 reses vacunas. Desde la finca La Monterilla tuvieron ocasión de presentar sus morlacos en Madrid, Talavera de la Reina, Toledo y otros pueblos de la provincia con suerte desigual. Finalmente, la finca y la ganadería fue vendida por Modesto al conde de Romanones, tras la muerte de su madre, la influyente y acaudalada matriarca Juliana Bejerano, ocurrida en 1923.
¿Qué queda de aquella ganadería? A parte del hierro de herrar con la marca de Juan Escalera que conservan sus herederos en la casa familiar, son testigos mudos de aquella época, de algún modo gloriosa, la casa en ruinas de la finca, los corrales y la plaza de toros que aún conserva, después de más de cien años, los restos de los burladeros y las puertas de madera. En la actualidad todas estas ruinas están integradas en la finca de El Robledo y aún en los planos antiguos se puede ver la localización de la casa con el nombre “La Montirilla”.